viernes, 5 de febrero de 2010

Celos

El otro día era el cumpleaños de una vieja amiga mía a la que hace un par de años que no veo. Decidí enviarle un mensaje de texto con motivo de la ocasión. Pero algo salió mal: el número que yo tenía había dejado de pertenecerle por lo visto. Resumiendo: era el celular de un hombre casado. Su mujer desde otro celular me escribió furiosa preguntando cómo había obtenido el número hasta que yo, explicándole lo que había pasado me libré de semejante pesada.
Ahora, vamos a lo importante: las reflexiones a las que este hecho trivial me condujo.
Los celos son muestra de falta de seguridad emocional. Esa gente tan celosa que ve hasta una inocente felicitación de cumpleaños como una amenaza.
Observando a la gente que conozco he visto que eso por lo general ocasiona el efecto opuesto; es decir, esa persona celosa que no deja ni que el aire pase alrededor del otro terminan siendo abandonados y/o engañados. ¿Por qué? Muy fácil, porque a nadie le gusta sentirse preso. Esa gente sin duda debería hacer terapia (yo no soy amiga de ir al psicólogo, pero no soy así de celosa ni mucho menos.)
Hay algo que hay que entender: nadie es dueño de nadie. No importa que estés casado con alguien o no. Esos que dicen: "mi" adelante del nombre de su pareja todo el tiempo me sacan de quicio. Uno no posee a la otra persona. Parece que todo el mundo pretende ser dueño del otro y la constante presencia de la palabra "siempre": es como si uno al sentirse feliz junto a alguien, al temer que eso pase quisiera tenerlo por siempre, pero la felicidad no se atrapa.
Nadie tan posesivo puede ser feliz. Es sencillamente muy difícil estar celando a alguien las 24hs del día los 7 días de la semana. Una pareja en la que uno de los dos es así, nunca será feliz. Hay que confiar en el otro al fin y al cabo si te quiere engañar lo va a hacer así que estresarte no te servirá de nada. Hay que vivir y dejar vivir, no atar a la gente, es como dice Toto "Don't Chain My Heart".